El Carnaval de hogaño. Un artículo en prensa de 1929


Artículo publicado en la portada del Diario de Almería del 12 de febrero de 1929 (1)

En este carnaval de hogaño me he convencido de que las comparsas son unas lamentables víctimas sacrificadas en un ara bárbara en holocausto del Dios Momo.

No todos los ciudadanos que sostienen a pulso la tradición disfrazándose todos los años por estos días, mientras el reuma y los humores se lo toleran reúnen las condiciones indispensables para formar en esas comunidades absurdas que se enrolan bajo una bandera, vestidos con percales chillones, y dispuestos a cantar unas letras preciables y a hacer ruido con instrumentos heterogéneos hasta que se desgañiten y cuelguen sus brazos como péndulos rotos.

En primer lugar han de carecer en absoluto de la más leve reminiscencia del sentido del arte, aunque éste sea de la prehistoria; requiere además, la paciencia del camello, el sentido musical de un elefante, la indiferencia frigorífica de un témpano y la constancia de un jugador de lotería.

Fácilmente puede apreciarse que no son estas virtudes fruta común y sobre todo de sencilla adquisición en un momento dado.

Por ello, confieso que siento por todas las comparsas que irrumpen en la vía pública una profunda y venerable admiración y sufro al par de sus cofrades, cuando advierto que el público que se divierte a su costa, ni compra la letrilla, ni deja caer unos miserables céntimos en una bandeja petitoria.

Hogaño, tres comparsas han terminado antes de tiempo su difícil misión, cumplidamente epilogada en la Comisaría.

Una de ellas la formaban varios señores con peluquines al natural, vestidos con batas negras sobre las que fulgía una banda de los colores nacionales. La verdad, a mi me parecieron unos ciudadanos muy serios y muy dignos de seguir cantando sus trovas hasta perder la voz, pero no pensaron así los demás y a estas horas vagan tristes diseminados y silenciados por las calles como los restos de un naufragio.

Otra que sufrió la misma suerte la componían unos caballeros de no sé qué; creo que de la flor o de la muerte que después de lo acaecido bien puede que fueran de la mala sombra, y la última constituida por unos elegantes marinos que en sus canciones hablaban del "espinazo de su suegra", de la "melancolía del bacalao" y de otras mil ingenuidades que terminaban siempre con el estribillo de que "en París eran muy bien recibidos".

Confieso que no veo en todo ello ni sombra de pecado y que deploro en el alma sus fracasos, después de tantas noches de vigilia para sacar al sol esas letrillas iconoclastas.

Más paciencia, este carnaval de hogaño no se ha dado bien para ellos, para los que se visten con percales chillones, se enrolan a una bandera y cantan hasta desgañitarse; en cambio todo va bien para otros que se atavían con los disfraces cotidianos, no se enrolan y cantan para dentro tan suave, tan quedo, que las letrillas mueren a flor de estómago, igual que hacen los ventrílocuos cuando con sus muñecos dan el adios al público.
S. Sergio.

El artículo, para quien desee tener el recorte original, aquí está:



(1) He acompañado la entrada de varias fotos de Almería en aquella época para que se comprenda un poco mejor cómo era la ciudad de entonces. Tened mucho cuidado, también, al leer la prensa. Tan partidista como es hoy, lo ha sido siempre. Y tan malos redactores hay como ha habido también siempre. Para hacerse una idea de esto que digo, basta con pensar que las muchas mentiras y falsedades que hoy se escriben, dentro de 50, 75, 100 años se pueden volver a leer y no por ello habrán dejado se ser lo que son hoy... Este artículo es despiadado y partidista aunque ciertamente culto -lo cual es de agradecer- y muy enriquecedor al describirnos (aunque de manera sesgada) parte del carnaval de antes de la Guerra civil; ya se hablaba de comparsas que cantaban (y vendían) sus repertorios, de noches de ensayo, de cómo se acababa en Comisaría y, algo muy destacable: se describen algunos tipos. Quedémonos con eso. Espero que os guste. La pluma de S. Sergio ayudará.

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