Como el del chiste o como el del refrán

Cuando el médico salió al pasillo y los familiares le preguntaron cómo había ido la operación éste les respondió sorprendido: ¿operación? ¿pero no era una autopsia? Aún estamos a tiempo de que no se repita una situación como la del chiste y que el Carnaval de Almería salga del quirófano en el que lleva recluido más de veinte años. El problema es que los médicos que lo tratan no terminan de ponerse de acuerdo en el causante de los males que afectan al paciente y así, claro, el diagnóstico falla una y otra vez.

Ahora que FEALCA cuenta con renovada junta, renovados bríos a la sombra omnipresente de Nicolás Castillo, del que dicen los que le conocen que es un gran defensor del Carnaval, esto de los diagnósticos se agudiza. En Teleprensa.es se destaca la incorporación de mujeres a 'cargos de alta responsabilidad', argumento de peso para el cirujano plástico que piensa que la imagen lo es todo, que la estética es importante (paridad y esas tonterías). Este cirujano considera otro acierto de imagen que en esta nueva junta FEALCA haya incorporado caras que no vemos sobre los escenarios. Se agradece esa compensación entre aplaudidos y los que aplauden, insufiente aún pero necesaria. Pero aunque se renueva la cara de FEALCA, la enfermedad parece que no se detiene. ¿Fallará el diagnóstico de este cirujano?

El cardiólogo opina que sí. Que el problema del corazón del paciente es que no bombea sangre suficiente para todo el cuerpo. Vamos, que el Carnaval no son sólo los grupos, punto en el que interviene el neurocirujano para defender que no es cuestión de la sangre que llegue o deje de llegar sino que desde el cerebro no parten las órdenes apropiadas y, por tanto, lo que bombea el corazón es insuficiente solamente porque el cerebro le da la orden de que sea insuficiente. Esto suena a diálogos entre Cultura y FEALCA y debate entre quién es responsable y quién culpable. Debate muy interesantes pero entre disquisiciones varias, el paciente, por una cosa o por otra, lleva años en el quirófano perdido languideciendo entre regocijo de unos y algarabía de otros. Parece que, pese a las reclamaciones (rutinarias) que pone algún familiar, nadie se apena de su situación. Estas reclamaciones (repito rutinarias) suelen tener forma de letra y medida de pasodoble y, curiosamente, llegan de año en año, por febrero.

¿Qué es lo que pasa? El diagnóstico de la calle es sencillo: entre el neurocirujano, el cirujano plástico y el cardiólogo la mataron y ella sola se murió, que diría mi vecina. El Carnaval es paciente que parece contar con buenos especialistas pero que adolece de un médico de cabecera que sepa a quién mandarte ante un dolor u otro. Que no te mande al traumatólogo si te duele una muela y en este caso falta esa persona que sepa detectar las carencias y cómo afrontarlas. FEALCA es la neurocirujana de la fiesta pero el corazón no bombea bien porque desde Cultura no se quiere que bombee mejor. Mientras tanto, la prensa es la cirujana plástica que se alegra de medidas estéticas y victorias absurdas que de por sí no son nada. Sumémosle a eso el director del hospital, un político en campaña permanente con ideas en abstracto, imprecisas y muy poco concretas que dicen de todo y no dicen nada (que vende humo, vamos) como lo de que: 'nos espera una gran tarea y con la renovación de cargos, trataremos de acometer nuevos retos y comenzaremos a trabajar de inmediato' sin decir cuáles, por qué o para qué y tendremos la explicación, el porqué de la situación de este paciente cuyo pronóstico es lleva veinte años siendo reservado.

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