Quizá sea cierto que los tiempos cambian

Fotografía: Alhadra digital

Buscando otra cosa he tropezado con un álbum de fotos de Carnaval en el I.E.S. Alhadra, un instituto de los Molinos. De ahí he rescatado esta foto que me ha traído muchos recuerdos. Yo no estudié en el Alhadra; lo hice en el Mater Asunta, un colegio religioso que no era religioso. El caso es que en febrero se celebraba el Carnaval de una manera muy particular: actuaban grupos de alumnos disfrazados que interpretábamos una especie de popurrí de temas alusivos al día a día del colegio. Supongo que será lo que estén haciendo los de la foto.

Yo participaba. Recuerdo que los ensayos eran durante el recreo y, llegando febrero, alguna que otra clase que nos dejaban saltarnos. Eso y que la participación era altísima; tiene nombre y apellidos el único de mi clase que no salió un año. Las letras las recuerdo bastante simples e inocentes y aunque no sé si aquello se perdió en mi colegio, en el Alhadra veo que no. Y me alegra. Pero me preocupa pensar qué es lo que falla para que todas estas iniciativas no tengan continuidad. ¿Dónde está esta gente en Carnaval? ¿Qué le pasa al Carnaval de Almería que practicamente no existe para los almerienses? ¿Qué le ocurre a la fiesta que más allá de eso que llamamos concurso no suena? El Carnaval de Almería antes no era eso. Ya leímos algún ejemplo de cómo era en 1929.

La FEALCA ha hecho bien su labor que no es otra que defender y reivindicar los intereses y derechos de las asociaciones y grupos de Carnaval de Almería como aparece en su propia web en primer lugar. Y nos equivocamos (yo el primero) esperando que arregle el Carnaval cuando ni sabe ni quiere, cosa que demuestra año tras año y, como vemos, tampoco debe hacer. ¿Entonces? Como el Carnaval más allá del Auditorio parece importarle a una minoría muy minoritaria será que el Carnaval tiene la repercusión, la vida y el alcance que se merece y lo demás (reivindicar la calle, reclamar la participación del pueblo...) no sea sino una utopía como la que en 1929 supongo tendrían aquellos comparsistas de actuar algún día en un recinto como el entonces recien inaugurado Teatro Cervantes y no en la calle como les tocaba hacer y sufrir lo que les tocaba sufrir.

Ahora tenemos el Carnaval en el Maestro Padilla. Puede que hayamos realizado el sueño de los que vivían el Carnaval de otras épocas. Puede que sea cierto eso de que los tiempos cambian. Tal vez la calle sea ya un atraso, un lastre, y lo realmente importante en Carnaval sea actuar dentro de un gran recinto en vez de en los veladores del Paseo que, por cierto, también han desaparecido. Vaya usted a saber. Dentro de cien años sabrán si andábamos en lo cierto o estábamos equivocados. Lástima que no estemos aquí para salir de dudas aunque, bien pensado, ya sería demasiado tarde. Además, mejor que sea así; muchos no soportarían comprobar que estaban equivocados...