A las cinco en punto y en barrera

Estas puretonas sentadas en barrera se presentan en el Maestro Padilla bebiendo los vientos por José, el torero de porcelana al que le piden la montera y que les brinde la faena. Es un grupo esperado todos los años que no defraudó en esta ocasión y cosechó ciertos elogios entre los aficionados con los que pude conversar en la barra pero que arriesga poco sobre las tablas y sigue ofreciendo prácticamente lo mismo año tras año, con lo bueno y lo malo que eso tiene.


El primer pasodoble es marca de la casa. Es una crítica a los políticos que se venden por un voto y poco le importa que Almería, su querida y preciosa ciudad, muera entre los escombros y porquería abandonada a su suerte perdiendo su dignidad.

Llega pronto el trío, muy bonito por cierto, y en el que no abandonan el tono de denuncia, para exigir buena sanidad y buenos colegios y decirle a los políticos que si quieren mi voto, se lo vendo por esperanza, por vida para este pueblo. Bien rematado con un mensaje muy al tipo: que si Almería para usted es un tentadero, los toros para esta corrida saldrán del Ayuntamiento.


El segundo pasodoble es un piropo a Almería cargado de tópicos y cuya letra cojea al final al escuchar en boca de unas puretonas con peineta y mantilla en una plaza de toros hablar de condenas, cadenas y cárceles... No obstante, y pese a lo tópico de la letra, como es bonita, salva los muebles del pasodoble.

Sobre un mar de blancas azoteas,
recostá, coqueta en su balcón
duerme la señora de occidente
que tiene mil pretendientes
que le declaran su amor.

Custodiá por torres miradores,
atalaya de la libertad,
blanca Almería de cal, blanca de paloma,
de historias que al mar asoman
alcanzar de claridad.

Novia de los dioses en otros tiempos,
gran sultana en el recuerdo,
musa eterna de los sueños.

Almería cristiana y zalamera
de un califa que te quiere,
que te cuida y te venera.


Cuna baluarte de los vientos
que venció el paso del tiempo.
Cómo no le voy a cantar
al azul del mar y de tu cielo
que desde que era un chiquillo
me hicieron su prisionero,
nunca imaginé cárcel más bella
aquí encadenao, Almería
qué bendición de condena.


Los cuplés son introducidos por un tanguillo recitado en el que dicen de lo que van a hablar: escúchalo en el cuplé. En el primero hablan de los programas de televisión en los que cambian cosas, desde el físico hasta tu casa. Y Juan Megino se fue a uno para la foto de campaña pero nada más verlo le dijo el médico: usted me aturde. ¡Usted no necesita de un cirujano, mejor se va directo pa Lourdes!.

En el segundo hablan de ellos mismos que, como ya saben ustedes, esta murga que aquí sale se conoce en Almería como la murga de los Bisbales, que Bisbal se llama la niña, Bisbal se llama su padre, Bisbal se llaman sus nietos, hasta sus primos, todos iguales. Y es que somos una familia como una piña, todos unidos, hasta el extremo de no llevar en el repertorio ninguna música de Chenoa. Buena idea y cuplé correcto.

El estribillo tampoco está mal: To aquel que tenga dos cuernos, que no se sienta ofendido y piense que solamente es algún barrillo que le ha salido... O su mujer que se ha echao un querido.


El Popurrí es (y se me hace) largo, con una duración superior a los 10 minutos. Tiene algunas caídas que provocan la risa del público más por lo que hacen que por lo que dicen. Aunque como el objetivo (hacer reír) lo consiguen y es de lo que se trata, nada que objetar. Destacar, eso sí, la música que conforma las diferentes cuartetas, muy al tipo, entre pasodobles y coplas. Una de estas cuartetas es otro tanguillo recitado (como en los cuplés) en el que dicen que no les gusta criticar entre críticas a la gestión municipal y que da paso a una sevillanas también recitadas.


Muchos aficionados con los que hablé destacaban -felizmente- el hecho de que se hubiera politizado menos que otros años el repertorio. Aunque sigan abundando las referencias a políticos (en presentación, un pasodoble, un cuplé y el popurrí, que se dice pronto). En ese sentido puede que sea significativo el hecho de que el resultado final del Concurso oficial haya deparado una diferencia de más de 100 puntos entre la primera y la última chirigota (cuando en comparsas ha sido de 60).

Esta crónica está escrita cuando ya se sabe el veredicto del jurado por lo que es más fácil sacar conclusiones tras conocer que esta murga quedó en 4.º puesto a 112 puntos de la primera. ¿Quizá motivo más que suficiente para plantearse el cambio que muchos aficionados demandan? ¿O un nuevo argumento para criticar al jurado? El año que viene saldremos de dudas. Lo que está claro es que el Maestro Padilla se volverá a llenar para saberlo.

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