
Como Cultura sabe un rato largo de Carnaval y el pasodoble que el año pasado cantó La Redención en la final no iba con ellos, ha elegido un cartel que "traslada una imagen diferente de la fiesta". Como debe ser. Lo mejor para anunciar una tienda en el Indalito es ofrecer una imagen diferente y poner una foto de una clínica. Años, masters y estudios de publicidad, mercado y marketing a la basura con planteamientos tan aplastantes. Lo mejor para anunciar el Carnaval, algo que traslade una imagen diferente del Carnaval.
Reconozco que estuve tentado de escribir que si la imagen del Carnaval de Almería era una raspa con los ojos a la virulé, apaga y vámonos. Pero luego leí el espléndido axioma de Lola de Haro y entendí la grandeza de las mentes preclaras de Cultura: una raspa como imagen diferente de la fiesta. Será entonces que la fiesta es un hermoso pescado, fresco, de esos que se venden en la Plaza. Y a mi me encantan estas decisiones -tanto como escuchar a Magdalena Álvarez decir que si habla tan mal es porque piensa lo que dice- es leer estas cosas, ver estas noticias, y caer en la cuenta de cómo el Carnaval de Almería se ha entregado rendido en los brazos de la subvención, de la paga, del dinero público que, según otra preclara mujer pública como Carmen Calvo, en realidad no es de nadie.
Me imagino yo lo que pensarán sentados a la derecha del dios Momo los que se jugaban la libertad por y en el Carnaval. Cómo ha cambiado la cosa de 1935 a esta parte. A la murga Los Gauchos los detenían (a todos) porque "se dedicaban en la vía pública y cafés a entonar coplas alusivas al Gobierno y agentes de la Autoridad" y en el 2009 sólo hay paniaguados que se tragan lo que sus gobernantes les echen. Quizá es que el Carnaval donde mejor se sienta, donde mejor se viva no sea ni en Pescadería, ni en el Barrio Alto ni en Roquetas sino en el espigón de los gatos. Que nosotros, como aquellos, nos conformamos con las raspas que nos echan.
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