Las cositas del querer

Esto es un cuarteto. Porque son dos y porque acaban de escribir una página brillante en el libro de texto de la modalidad: todo aquel que quiera sacar un cuarteto en el futuro tendrá que escuchar éste. Tendrá que buscar libreto si es que hay, vídeo si es que alguien lo subió al Youtube o descargarse el audio desde aquí y aprenderse de memoria cada gesto, cada palabra, cada pausa. Un grandísimo cuarteto. Grande en calidad y en cantidad. Los cuartetos tienen estas cosas: que no suelen ser nunca cuatro y cuando lo son, sólo lo parece. Este es de dos o de dieciséis porque entre actores, figurantes, tramoyistas, luces, música y maquillaje hay tantos soportando el atrezzo que pasa toda una vida en minutos y carcajadas.

Una actuación dividida en tres actos en los que se nos narran las peripecias de Priscila y Ataulfo, la pareja de moda del carnaval a la que vemos envejecer como en un escenas de matrimonio del barranco Crepi. Él es enterraor y yo creo que en el fondo, muy en el fondo, muy en el fondo, sigue enamorado de su mujer 30 minutos después. Toda una vida en media hora que, por cierto, andan ahí, ahí, de tiempo. Verás tú si no le hacen la del maesTLO a estos dos.

El público se lo ha pasado en grande y gracias a la labor pedagógica de Raúl Redondo hasta ha coreado el segundo estribillo. Jesús Luque, por su parte, que es la otra mitad del cuarteto, lo borda en su debut. Lo mismo se deja querer en los años 60 que hace punto, lee, se queja, suspira y es mordaz como lo sería la verdadera señora del enterrador Ataulfo después de 20 minutos de matrimonio, 'que no tiene nada que ver cómo empieza una pareja y lo que puede llegar a ser'.

La parodia es una sucesión de situaciones que a la gente le tienen que resultar muy familiares. Incluso la duda nunca despejada de qué hacía un soldado debajo de la cama pero que fijo que más de uno tiene debajo de la suya (aunque no lo sepa) uno o dos soldados. Lo que pasa es que aquí se hace cierto que quien roba a un ladrón tienen cien años de perdón y aquí tanto monta, monta tanto, Priscila como Ataulfo, que él lleva media vida enamorado de la misma mujer 'y lo mejor es que mi mujer todavía no se ha enterado' y ella es sincera con él cuando le pregunta porqué no le dice nunca cuando tiene un orgasmo y es que 'siempre le pilla trabajando'. Así que quien engaña a un infiel tiene otros cien años de perdón y estos, en el fondo, muy en el fondo, muy en el fondo, se toleran esas pequeñas piedras en los zapatos que son los cuernos bien llevados.

Los cuplés, al tipo, son uno para cada uno; el primero habla de él y el segundo de ella pero terminan con algo en común. Son simpáticos. En el estribillo comparan el matrimonio con los bancos y es que 'de tanto sacar y meter, se le pierde el interés'. Por cierto, ella muy indignada le recrimina que 'anoche, mientras dormías, me insultaste. ¿Y quién te ha dicho que yo estaba dormido?' Así, una tras otra, con moraleja final que justifica toda la farsa previa. El popurrí es otra guerra dialéctica en la que hablan hasta de la suegra ¡cómo no! Pero no lo pueden negar hasta pese a ella, como ellos dicen, 'en el fondo, en el fondo, muy en el fondo, nos queremos una jartá'. Y lo mejor, ya para terminar: que 'si ustedes se han fijado, ni en un segundo hemos criticado'. Pues eso, aquí llevan el primer premio en cuartetos (a ver si acierto con el pronóstico).


FINAL
El cuarteto que más ha hecho reír en los últimos años ya está en la final. Se ve que el otro día terminaron justos de tiempo que hoy no corren, ¡vuelan! O los nervios de la final, vaya usted a saber. El caso es que la cosa empieza deprisa y con Ataulfo pidiendo silencio ante las constantes ganas del respetable por aplaudir. La parodia sufre algunos cambios que se agradecen y consiguen sorprender cuando parecía que íbamos a asistir a la misma sucesión de escenas. Menudos capotazos con arte le echa Priscila a Ataulfo en los ochenta. Ciertas lagunas resueltas con gracia y tablas. Estos dos parece que llevan toda su vida sacando cuartetos.

En los cuplés cumplen su promesa hecha ante los micrófonos de la radio más chachi del carnaval de Almería y se dan un beso. Y se llevan un más que merecido primer premio con 135 puntos. Al final recapacito. No se les ha visto más nerviosos; se les ha visto con más responsabilidad, como el alumno que se sabe lo que le preguntan y tiene ganas de demostrar lo que vale. Con intención de evitar que un despiste sean puntos de menos por exceso de tiempo y no sólo lo consiguen sino que firman una actuación pese a los olvidos de diálogos —magistralmente resueltos, no lo olvidemos— mejorar y mucho la puntuación de su primera actuación. Que el dios Momo bendiga este matrimonio por muchos años. Lo decía en el primer párrafo:
(...) acaban de escribir una página brillante en el libro de texto de la modalidad: todo aquel que quiera sacar un cuarteto en el futuro tendrá que escuchar éste. Tendrá que buscar libreto si es que hay, vídeo si es que alguien lo subió al Youtube o descargarse el audio desde aquí y aprenderse de memoria cada gesto, cada palabra, cada pausa. Un grandísimo cuarteto.


Fotografías: José Antonio Peralta

3 comentarios:

Isa Fernández dijo...

Como no he tenido la oportunidad de hablarlo con ellos me gustaría utilizar este medio para agradecerle a este matrimonio tan entrañable el cumplimiento de su promesa.
Con ese beso casi que le hicieron al cotasa un huequecito en esa dura cama.

Un beso para los dos
Gracias

Marikiya dijo...

señores esto es un cuarteto y punto

Anónimo dijo...

Ahhh si?¿ no jodas, yo me pensaba que era un chumbo ajajjajaja