Los McPayasos del carnaval

Se presenta una de las chirigotas más esperadas del concurso. El año pasado fueron Loco quería era venir e iban de locos pero este año son Los 'más' payasos del carnaval y no van de payasos. O sí: van del Ronald McDonald que hay en el Paseo frente a la laza de la leche. La sonrisa la traen puesta, o dibujada, o maquillada. Todo lo demás entra por los ojos. Menos Mariano Ruíz que entra en una moto. Se quedó ‘tirado’ en la gasolinera de Trino y menos mal que uno que pasaba por allí lo acercó al Maestro Padilla. Para los que tengan memoria histórica, ¿es la primera moto que pisa las tablas del auditorio? Pregunta de Trivial carnavalesco que vale un quesito.

En la presentación ya me enamora esta chirigota; es sensacional; graciosa, bien cantada y mejor defendida. La mejor que le recuerdo a este autor. Y el tipo un acierto en la elección y en la representación. Sorprende la rapidez de su comida rápida, que incluye un McRoyal que si te lo comes, te crece la pierna. Risas y complicidades con el público que aplaude mucho las ocurrencias de Mariano este año, que viene más 'simpático' que otros años.

El primer pasodoble es un piropo precioso a Almería; abro comillas, signos de admiración, de exclamación y de lo que haga falta para escribir lo siguiente: es la primera vez que me da la impresión que Mariano le escribe a Almería. Pese a letras preciosas como el año de ‘Qué mala uva’ se percibe en este pasodoble una sensibilidad, un pellizco de autenticidad que lo convierte en uno de los mejores piropos que he escuchado. La Almería intramuros, la que apenas sobrepasaba la linde histórica del Paseo está contenida en un itinerario histórico artístico y hasta social en forma de pasodoble que firma Mariano Ruíz con letras de oro. La Catedral, la Chanca, la calle Real o el Hospital Real de Santa María Magdalena servidos en un plato de alta cocina.

El segundo pasodoble, en cambio, me pone triste. Está bien llevado y bien tratado pero es algo contradictorio. Dicen que ‘sería bonito hacerle letra a algo importante’ pero que en el concurso no se hace eso por criticar a los demás y al final ellos terminan subiéndose a ese carro. Y me pone triste porque con la de cosas que hay que denunciar y cosas de verdad ‘importantes’ a las que cantarle, que te critiquen otros no deja de ser anecdótico. Mariano defiende en esta letra porqué va a Cádiz y le afloran los años fuera de la final, los cajonazos frente a los premios de otros pero, además de caer en algunos tópicos como invitar a los que le critican a subirse a un escenario para hacerlo —que está más visto que Nicolás en la primera fila— desaprovecha un pasodoble para lo que realmente importa.

En cierta ocasión le escuché a un autor que los políticos nos meten en el auditorio a pelearnos entre nosotros por cuatro duros y una más que dudosa honra de ganador y mientras nos matamos entre nosotros, a ellos se les deja en paz. ¡Y qué verdad tenía! Por eso me apena que Mariano —precisamente él, con lo combativo que siempre ha sido— haya caído en el juego y haya desaprovechado la ocasión para escribir y cantarle a cosas realmente importantes

El primer cuplé es borde como pocos; me encanta. Cuentan que tras llegar a Almería tras su paso por el Falla se pensaban que estaba todo el mundo afónico porque les abrazaban pero se callaban. Es curioso que ‘yo aquí no le gusto a nadie pero a ver quién tiene cojones de ver una butaca vacía’. Cierto. El segundo, por su parte, va dedicado a El Ejido, pero lo de Enciso es sólo simpático pretexto. ‘el alcalde que tenía El Ejido ha elegido llevarse el dinero’. La verdadera cuestión de fondo del cuplé es que se ve que está de moda llevarse algo y ellos aquí no trincan ‘ni siquiera un 4º’ así que animan a los que están investigando a Enciso a que se vengan también a investigar al concurso para saber porqué los premios se los llevan siempre los mismos.

Un buen popurrí; escribir las crónicas este año sobre la marcha me lleva a hacerlo como quitándose el salitre una tarde de playa. La ducha, en casa, vendrá más tarde. Ahora toca opinar a flor de piel así que las críticas son más subjetivas con todo lo que ello implica: de primeras me gustan cosas que no resistirían una segunda audición y al revés. Se me estarán pasando tantas que estoy hasta preocupado. Los que sí pasan por su hamburguesería es la gente importante: ¡hasta la Manola! La última cuarteta, por su parte, es de esas que dan pellizco a los de mi generación. La canción de Willy Fog convertida en un pasodoble que les sirve a estos payasos para despedirse. Este año la chirigota de Mariano suena a final y como decían ellos un año que aquí hay que mojarse ahí que voy yo: esto huele a premio.



Fotografías: José Antonio Peralta

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