Los domingueros

A revalidar el primer premio viene esta chirigota de Roquetas y lo consigue. Escribo esta crítica sabiendo que han ganado (y por cuánto). El año pasado fueron Los Rumbiking; éste, con un nombre de esos obvios una vez que lo ves pero que antes ni te imaginas qué puede ser, se presentan estos párrocos y su Obispo, aunque digan que es el Papa.

Grupo simpático que lo da todo sobre el escenario. Contagian alegría al público con grandes presencias; Juan Andrés Pomares El Vicario como el Papa aunque vista de obispo (graciosa terna clerical), Manuel Magán El Lolo, Antonio Gonzálvez o Juanma López Salazar que, por cierto, regresa a la fiesta.


La presentación se estructura en base a música de Miguel Ríos, primero con la música del Himno de la Alegría que popularizara sobre la Oda a la Alegría de la novena de Beethoven y luego su Bienvenidos reinterpretado con 'bien beben vino'. Y es que 'mira si bebemos vino, si liamos tal follón, que las misas ya no son misas: son botellones'. Hacen gracia sus ocurrencias, como cuando al enumerar a los santos de su parroquia dicen: 'este es san Juan, aquel san Fernando y este que es muy perro san Bernardo, aquí san Blas, allí santa Escarlata, luego San José y más pallá Cabo de Gata'. Y así se presentan estos curas que 'beben... y vuelven a beber, los curas don simones ya están aquí otra vez'.


El primero de los pasodobles está dedicado a los integrantes de la comparsa El taller del hechicero que, por cuestión de edad, no pueden participar ni en infantiles ni en adultos y que en la final dieron una 'lección de humildad a todo el que se la da de artista' puesto que cantaron fuera de concurso mientras el jurado deliberaba.

Bonito cuando dicen lo de que salen 'con cara risueña que esto no es ninguna guerra' y que 'los dirigen tres maestros que hacen funcionar la imprenta y le dan la melodía'. Estos curas se ponen 'en pie ante vosotros, Taller del hechicero' y 'que no te importe qué digan los premios' porque 'siempre estaréis a otro nivel'.


El segundo pasodoble dice mucho más de lo que parece. Tratando de manera graciosa la escasa presencia de fieles en su parroquia y lo fácilmente que se duermen los que van, nos cuentan la historia de Beatriz, 'una mujer que perdió a su Bernardo y el otro día vino para enterrarlo' y que cuando ellos dijeron 'descanse en paz nuestro amigo Bernardo' alguien dijo desde el último banco: '¡si alguien descansa en la iglesia es Beatriz!'. La música es de Ricardo García.


En el primer cuplé cuentan las confesiones de algunos jóvenes y lo que hacen con sus novias en los coches. En el segundo sí me parece gracioso. Nueva confesión pero esta vez de 'una chavalita con malas pintas y las rodillas destrozadas' que 'para mi que es de las que se arrodillan pero no precisamente para confesar'. Y era tanto su furor que 'padre, no sé que me ha pasado que hasta al monaguillo me he tirado' así que 'póngale usted precio a mi pecado'. Ellos se lo pensaron 'un momento y le dije al oído: toma treinta euros y me haces lo mismo que al monaguillo'.

El estribillo es bueno:
No entiendo a don Carlos porque es muy testarudo,
no entiendo a don Pedro porque es tar-tar-tar-ta-mu-do
No puedo con don Paco, no puedo con don Ramón...
Al único que trago es a mi amigo Don Simón.


En el popurrí hacen el esfuerzo de levantarse pese a la resaca 'porque anoche me hinché de beber cubalibres y hoy ya llevo cuatro gaseosas del Tigre' pero ellos van porque 'aunque no tenga gana (...) hoy yo caso a mi prima Rosana'. Además ellos hacen 'el esfuerzo por fe cristiana' pero, sobre todo, 'por los dos metros veinte que mide Rosana'. ¡Cómo será su prima Rosana! que 'viene muy guapa y coqueta pero en el coche no coge y viene en furgoneta'.

El novio, por su parte, llega tarde 'todo trajeado en un vespino negro y detrás, sentada de lado, la madrina'. Se ve que se le rompió el coche y se ha tenido que venir en la moto pero Rosana no atiende a explicaciones y le mete prisa a Manolo 'que los nervios me dan hambre... Tú lo que estás es frita por llegar al restaurante'.

La sexta cuarteta es con música de la chirigota Los que te pinchan donde más te duele. Cuentan cuando se fueron a comer al restaurante, 'un lujoso restaurante de esos que ponen mucho plato para después, una chispa de paté que te quedas muerto de hambre mientras Rosana se está comiendo una pileta llenas de patas de cerdo'.

Cuando se acaba la cena y empieza la baile 'qué marcha tenían todas las viejas de la tercera edad (...) aunque en urgencoas el lunes a las siete están. Son las primeras en abrir el baile y mezclan los pasodobles con el breakdance'. Y así se va calentando el ambiente con todo el mundo contento que 'el que más y el que menos llevaba dos litros de Gin tonic metidos en el cuerpo'. El popurrí sigue contando las venturas y desventuras de estos curas en su noche de fiesta. Cuentan desde un control de la Guardia Civil hasta cómo me conocieron, y eso que yo lo quería mantener en secreto. Lo hacen con la música de La copa de la vida, de Ricky Martín:

La barra libre... La barra libre... La barra libre...
Las copas caen de dos en dos
de cubalibres de Don Simón.
Entré en la pista y ya noté
que era mi noche, ¡venga, lánzate!
Alli en la esquina hay un peazo rubia ¡Ay!
Le daba un parecido a Marta Sánchez.
Algo velluda es, pero de cuerpo bien
y no me lo pensé y me lancé para ella...
Tú y yo... Alé, alé, alé...
No, no, no... Déjate
Le di dos besos, yo soy don Simón
Ella me dio la mano: yo soy José Ramón.

El popurrí termina con Serrat al compás del 4/4 y más allá de algunos intentos forzados por los propios seguidores de este grupo desde las butacas, me parece un buen popurrí. Me gusta más allá de que no me haga mucha gracia; es digno de elogio el esfuerzo de trazar las peripecias de estos curas a lo largo de todo el repertorio. Lo hemos dicho ya muchas veces en este blog por lo que es justo reconocérselo al que se esfuerza en conseguirlo.

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